Adaptación de los corales e inadaptación de los osos polares

El calentamiento global atenta sin piedad contra los ecosistemas y, de hecho, buena parte de la flora y fauna reaccionan desplazándose hacia latitudes más frescas huyendo de las altas temperaturas. Sin embargo, no todas las especies pueden hacerlo y, de hecho, las principales dificultades no solo las tienen los vegetales por estar atados al suelo.
En efecto, hay otros muchos factores que influyen a la hora de permitir una exitosa migración huyendo del calor, pues los ecosistemas no siempre ofrecen las condiciones adecuadas, sobre todo cuando falta la fuente de alimento.

La adaptación de los corales
¿Entonces, qué ocurre cuando no hay escapatoria? Cuando la migración no es una opción, toca adaptarse o morir, como dice la famosa frase. Es así que, además de poner pies en polvorosa existe la posibilidad de la adaptación a las nuevas condiciones climáticas, como está ocurriendo con algunos corales.
En un reciente estudio, un equipo de científicos estadounidenses y australianos ha descubierto que algunos corales de la Gran Barrera australiana han conseguido la adaptación mediante genes resistentes al calor. Gracias a esas variantes genéticas se toleran las aguas más cálidas, por lo que difundir estos genes en distintas latitudes puede ayudar a la supervivencia de los arrecifes, concluyen.

cambio climático

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La inadaptación de los osos polares
En la otra cara de la moneda están los osos polares. Al menos hasta ahora no hay noticias de cambios genéticos que les ayuden a superar los cambios provocados por un deshielo más prolongado.
Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Wyoming ha descubierto que los animales no reducen sus niveles metabólicos para usar sus reservas de grasa cuando el alimento escasea o, al menos, no lo hacen en la medida en la que se creía.
Por otra parte, la pérdida de hielo marino en el Ártico es creciente, amenazando el futuro de los osos polares. Se ven obligados a nadar grandes distancias buscando el hielo, necesario para cazar focas, viéndose obligados a recorrer cientos de kilómetros para encontrarlo.
Pasan varias semanas nadando en aguas tremendamente frías. Lo consiguen gracias a un fenómeno conocido como heterotermia regional, una adaptación a nadar largas distancias, aunque “se desconocen sus límites”. Tal y como pudieron constatar los investigadores, uno de los osos del estudio recorrió durante 9 días más de 600 kilómetros desde la costa hasta el hielo, pero perdió el 22 por ciento de su masa corporal, y también a su cachorro. Por lo tanto, la cosa pinta negra.
Fuente: Medioambientales

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