¿Crees que a los ríos les sobra agua?

Después de las intensas lluvias que ocurrieron en marzo de este año 2015 se empezó a escuchar, las típicas declaraciones afirmando que determinados ríos  “pierden” mucha agua en el mar, que con el agua que se ha desembalsado de determinados pantanos podríamos haber regado no sé cuántos campos de naranjas, que con un trasvase se generaría justicia entre “la España Húmeda y la España Seca”, que esto es intolerable, que hay que revisar los planes hidrológicos de… ¡No! Por mucho que nos lo hagan oír, leer y ver en todos los medios de comunicación a lo largo y ancho de nuestra geografía… No: a un río nunca le sobra agua.

Esto es lo que explica cualquier profesor moderadamente bueno a cualquier estudiante universitario de primer curso de la carrera de, por ejemplo, geografía, ciencias ambientales o biológicas: un río siempre lleva el agua que tiene que llevar según las condiciones geológicas, climáticas y biológicas particulares del lugar y del momento considerado. Y si no es así, es decir si lleva más o menos de la que le toca según dichos factores, suele ser porque el ser humano, para variar,  ha metido la mano. Maneras en que hemos “metido la mano” en el funcionamiento natural de un río hay muchas:

  • Construyendo embalses a mansalva, modificando así el caudal de nuestros ríos, la distribución natural de los sedimentos y el discurrir de la vida acuática.
  • Edificando en las riberas e incluso en los mismos lechos de los ríos y barrancos, creando de cero un riesgo natural absurdo que, de otra manera, no existiría.
  • Extrayendo volúmenes enormes del subsuelo y de los cauces para convertir en regadíos zonas que, en condiciones normales, sólo admitirían cultivos de secano.
  • Eliminando la vegetación de las orillas, provocando así la llegada de especies vegetales invasoras que generan multitud de problemas a los ecosistemas ribereño y humano.
  • , etc., etc.

Para ilustrar lo peligroso de aquellas afirmaciones de que “a los ríos les sobra agua”, contaremos la siguiente historia:

En la Edad Media, los reyes hispánicos necesitaban mucha madera para construir sus grandes flotas de barcos con las que dominaron primero el Mediterráneo, más tarde el Océano mundial. Muchas montañas quedaron literalmente peladas y los ríos arrastraron enormes cantidades de sedimentos hacia el mar. Esto es lo que ocurrió, por ejemplo, en la Cordillera Cantábrica y en los Pirineos, y gracias a ello se acabó de conformar uno de los humedales más importantes del hemisferio occidental así como una gran zona arrocera: el Delta del Ebro. Siglos después, la construcción de más de 200 embalses en la cuenca del río Ebro hace que más de un 93% de los sedimentos que hasta principios del siglo XX arrastraba el gran río ibérico se queden atrapados compuertas arriba, con lo cual el Delta está retrocediendo más de 80 metros al año tierra adentro.

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Retroceso del Delta del Ebro. Fuente: www.pensandoelterritorio.com

De forma natural, los mismos sedimentos que hacían crecer al Delta y al arroz son los que alimentan, nuestras magníficas playas. Por tanto nuestras playas, también están retrocediendo a un ritmo alarmante y tenemos que gastar ingentes cantidades de recursos todos los años para regenerarlas.

Montañas-bosques-barcos medievales-sedimentos-río-delta-playas-economía… Todo relacionado entre sí y todo modificado por nuestras manos. Y no, definitivamente a un río nunca le sobra agua.

Fuente: http://blog.itinerantur.com/post/117760827686/a-un-rio-nunca-le-sobra-agua